ENTREVISTAS A AUTORES

De Locosmos a Marsoluna

A partir de la novela “Recuerdos de Locosmos” del escritor Ricardo Mariño, viajamos a este planeta donde se hallan las criaturas más extrañas y desopilantes; nos divertimos en cada capítulo y aplaudimos al terminarlo. “Pero le falta un capítulo que hable de los niños”, se escuchó en el aula con voz demandante entre los festejos. En seguida nos pusimos a escribirlo y redoblando la apuesta, nos propusieron contactarnos con Ricardo para hacerle conocer nuestra creación. Con ese sueño como horizonte es que comenzamos su búsqueda y un miércoles de diciembre nos visitó en nuestra colorida escuela. Compartimos la entrevista realizada.

-¿Desde cuándo sos escritor?

-Y…hace mucho, desde los 15 años empecé a anotar cosas que no eran cuentos, no eran nada, pero escribía. El primer cuento que hice fue un cuento para adultos y lo hice a los 17 años.

-¿Qué querías ser cuándo eras chico?

-En un momento pensaba que quería ser piloto de avión, jugador de futbol (era malísimo jugando pero igual soñaba con serlo), ingeniero. Escritor no, porque ni se me ocurría que existía eso. O sea, me gustaba leer, pero no me fijaba quién era el autor o qué nombre figuraba ahí y por otro lado no me gustaba escribir, en la escuela menos.

-¿En la escuela vos leías?

-No mucho porque yo fui a la escuela hace muchísimos años y en esa época no se leían cuentos como ahora. Se leían escritos sobre algún tema pero no eran cuentos. Un cuento sería una ficción alrededor de alguien que le pasa algo, que puede ser fantástico, de terror, etc. Eso no existía en la escuela.

-¿Por qué elegiste ser escritor?

-A pesar de que de chico no me gustaba escribir, después de más grande sí; y encontré que escribir era una especie de diversión, algo que me hacía bien. No sé bien porqué, pero vi que era una necesidad: necesitaba escribir.

-¿Y por qué para chicos?

-Eso fue muy posterior y medio de casualidad. Cuando tenía más o menos 21 años salió la oportunidad de escribir para una editorial y ahí descubrí que me resultaba muy interesante lo humorístico o lo fantástico en la literatura, cosa que cuando escribía para adultos no aparecía.

-¿Cómo se llamó tu primer cuento?

-Mi primer cuento para chicos es uno que se llama “Eulato”. Es de unos bichos que viven en un árbol y un día encuentran un huevo cuadrado. Mientras están discutiendo qué es eso, nace un bicho más grande que ellos, muy torpe pero igual lo crían y le ponen Eulato, que en realidad Eulato es un filósofo griego. Yo saqué el nombre de ahí.

-¿Qué hacés cuando terminás de escribir tu cuento?

-El tema es queno sabés bien cuando lo terminás, porque generalmente haces una versión del cuento y lo corregís una vez, dos, tres…diez; millones de veces lo revisás, lo cambias,  lo mejorás, le revisas el lenguaje, otras veces hasta le cambias el argumento y en algún momento te parece que está listo. Lo dejás en la editorial y tal vez lo publican, pero aun así después si lo vuelvo a mirar le volvería a cambiar algo. De manera que no se sabe cuándo terminás un cuento. Borges creo que fue quien dijo que “un escritor publica para no seguir corrigiendo eternamente”.

-¿Qué fue lo último que escribiste?

-Los últimos libros que hice son todos de un personaje que se llama Cinthia Scoch. Son cuatro libros y es lo que hice el año pasado y principio de este. Después escribí cosas que no son cuentos, son anotaciones sueltas.

-¿Escribís en papel o en computadora?

-En computadora. Hace más de veinte años que escribo en computadora, y antes escribía a máquina porque tengo que reconocer que mi letra es malísima, ni yo la entiendo. Obviamente si estoy en un lugar que no hay computadora escribo en una libreta pero me es más fácil en una computadora chiquita.

-¿Trabajas de alguna otra cosa?

-Ahora no. Hace ya como 20 años que no, pero antes sí. Soy técnico electromecánico y trabaje varios años como técnico.

-¿Cuánto tardás más o menos en escribir tus cuentos?

-Depende, hay cuentos que salen rápidos y otros varios días. Pero yo no escribo todo el día, escribo un rato nada más, tal vez media hora, cuarenta minutos. Pero después necesito mirarlo al día siguiente, corregirlo si no me gusta o hasta dejarlo. Distinto es cuando escribís una novela (a mi me gusta más por cierto) que es mucho más larga. Ahí voy escribiendo un rato cada día y a la vez voy corrigiendo. Es algo que está presente en tu cabeza todo el tiempo, por más que no esté escribiendo todo el día. Es decir, tal vez estoy haciendo otra cosa o charlando de otro tema y se me ocurre algo para esa novela. Es como una escritura más obsesiva, casi que es tu único pensamiento. Cuando no ocurre eso “sonaste” porque no podes escribir; probablemente esa novela se pierda, la dejes de escribir.

-¿Cómo se te ocurren las ideas de tus historias?

-Generalmente tienen que ver con lo que leo, con películas, con lo que escucho en la calle. Más que nada con lo que leo; pero además me pasa que cuanto más escribo más cosas se me ocurren. No hay un método ni nada, se te ocurren y listo. Hay ideas que te sirven a vos para escribir y a otra persona no, es algo muy personal. Cuando estás escribiendo algo y te gusta, te da la sensación de que todo te sirve. Creo que es como cuando los chicos están jugando y están muy entusiasmados y todo lo que encuentran les sirve para construir ese juego y esa idea que tienen en la cabeza. Y ese estado es el que creo yo que es el mismo del que está escribiendo.

-Vos cuando vas a la farmacia o al supermercado ¿la gente te reconoce y saluda?

-No, un escritor no es alguien famoso como Tinelli o Messi. A muy pocos escritores se les conocía públicamente la cara. Tal vez uno puede ser conocido en los ámbitos donde circulan los libros, por ejemplo en la feria del libro o en las escuelas, pero no se da ese fenómeno de la fama.


La escuela es el lugar donde leemos historias, donde viajamos a otros mundos y donde nos animamos a escribir las propias. Inspirados en la novela de Ricardo Mariño,los chicos y chicas de 3º “B” inventamos y escribimos el libro  Marsoluna”. Juntos decidimos regalárselo a quién nos ayudó a descubrir que la palabra literaria no sólo es derecho de los grandes escritores sino de todos, incluso de los más pequeños.


¡GRACIAS RICARDO POR TU VISITA!



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